miércoles, 6 de octubre de 2010

Las suculentas

Para conocerlas hay que recorrerlas
es indispensable no sentir temor
es recomendable no guardar rencor.

Para enamorarlas nada de alagarlas
solo es necesario desobedecer
y a otros compromisos desobedecer.

Para someterlas solo acariciarlas
toca sus espinas si las imaginas
es mucho mejor.

Todos los que amamos a las suculentas
nos acaloramos y ellas tan contentas
No nos necesitan ni pa’ los mandados
no prueban bocado,
lo soportan todo con resignación.
La doctora Bravo sabe ser amiga
de los candelabros, y de los teteches
órganos gigantes, reinas de la noche
nopal de lengüita, pitayo de mayo
que flor tan bonita, creo que me desmayo.
Descubrió la chende que lleva su nombre
planta arborescente de rama abundante
tronco definido, leñoso grisáceo
siete, ocho costillas de arista ondulante
espinas tortuosas, aureolas distantes
sus flores son diurnas y son perfumadas
en el perinato son oblanceoleadas
su fruto globoso, semilla encorvada
con sus puntuaciones y reticuladas.
La doctora Bravo, Delia Bravoa Chende
todas las cactáceas y las suculentas gozan de su amor
Larrea Tridentada o gobernadora que de los peyotes es la protectora
la rotundifollia y la mammylaris, pseudocoriphantas
los echinocactus y las jacamatracas
La doctora Bravo, bravo, bravo, bravo, bravo, bravo!
supo conocerlas, supo alimentarlas
y las suculentas como recompensa le dieron
el jugo que guarda el secreto de la juventud.

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